La pérdida de hueso dental es una consecuencia muy habitual de la periodontitis y de la pérdida de los dientes. Esta enfermedad dental va destruyendo de manera gradual el hueso de las encías, así como de los ligamentos que conectan los dientes con los maxilares.

Reemplazo de los dientes

La causa más común de la pérdida ósea es provocada por la pérdida de las piezas dentales que no son reemplazadas, sobre todo cuando son dientes muy seguidos. El hueso que se encuentra en los maxilares se consigue conservar gracias al estímulo de masticar. Si se extraen estos, podemos llegar a perder hasta un 25% del hueso, algo que va aumentando con el paso de los años.

Un caso muy extremo de pérdida de hueso por la falta de los dientes es la extracción de las piezas molares de la zona superior. Su desaparición puede llegar a provocar una reabsorción del hueso al expandirse la cavidad sinusal. Si no tenemos piezas en este lugar, la presión del aire en esta zona provoca la reabsorción del hueso encargado de recubrir los senos nasales.

¿Cómo se puede prevenir la pérdida del hueso dental?

La pérdida ósea es posible prevenirla colocando piezas de reemplazo que cuenten con una raíz que sea capaz de ejercer una presión parecida a la de un diente natural. Esto lo conseguimos con implantes dentales, con una dentadura postiza o utilizando un puente.

El implante de un único diente o con un puente dental de 3 o 4 dientes que se encuentran sostenidos por 2 implantes pueden llegar a proporcionarnos una masticación de hasta el 99% de la fuerza de una mordida natural. En cambio, una prótesis removible que se encuentre retenida con la ayuda de implantes logra proporcionarnos aproximadamente entre un 70 y un 80% de esta, lo que también ayuda de manera considerable a la prevención de la pérdida ósea.

Pérdida de la densidad del hueso

En el momento en que los huesos de la boca empiezan a perder su densidad son más porosos. La pérdida de la densidad es bastante menos habitual que la del volumen óseo, pero aún así, debemos estar muy atentos. El hueso llega a perder su densidad por varios factores, como por ejemplo, desequilibrio hormonal, la dieta, el estilo de vida y por supuesto, la pérdida de los dientes. Un diente muy poroso será más propenso a mancharse durante las comidas, por ejemplo.

Una baja densidad puede detectarse anticipadamente con imágenes en 3D. Cuanto mayor sea el tono blanco del hueso en las radiografías, más denso será. Teniendo en cuenta eso a la hora de colocar implantes, se pueden evitar las zonas de más baja densidad.

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Tratamiento para cuando se pierde el hueso

En el momento en que el hueso ya se ha perdido, seguramente sea necesario un injerto con el objetivo de conseguir una buena base en la que sea posible colocar los implantes dentales. Se va a requerir una altura de cresta suficiente para reemplazar los dientes con un implante. Cuando haya que reemplazar los molares, también será necesaria una anchura de cresta suficiente.

Este tipo de injertos óseos se usan de igual manera para reparar el hueso perdido y dañado de las piezas que ya han padecido una enfermedad de las encías graves. Con un injerto de hueso no se reemplaza únicamente la parte que se ha perdido, también estimulamos a la mandíbula para que continúe creciendo y que pueda sustituir al hueso sano de los pacientes.

Si tenemos alguna sospecha de que estamos sufriendo una pérdida de hueso dental, debemos ir cuanto antes a un dentista en Albacete. Somos especialistas en este tipo de tratamientos y ofrecemos a todos nuestros clientes una atención exquisita para poder garantizar los mejores resultados.